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Güireños indignados: “¡Ahora quien manda es el pueblo!”

Las protestas en la comunidad de Güiria, estado Sucre, continúan por parte del pueblo que se encuentran indignados por el naufragio de decenas de venezolanos que se dirigían a Trinidad y Tobago.

Las personas, vestidas de blanco y negro y con pancartas, gritaron consignas en contra del gobierno de Nicolás Maduro apenas llegó la representación presidencial cerca de las 8:00 am. Los manifestantes exigieron a gritos a los primeros funcionarios que llegaron en un bus Yutong y dos camiones identificados con la misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor, que se llevaran sus medicamentos, sus colchones, sillas de ruedas y sus bolsos escolares.

“Nos han quitado tanto que no tienen miedo de morir al mar”, se leía en una pancarta de dos metros con la que los manifestantes impidieron el ingreso del bus rojo Yutong repleto de funcionarios del Ministerio de Educación y de la Gobernación de Sucre, y de los dos camiones blancos cargados de colchones y morrales con la bandera de Venezuela.

“¡Aquí no! ¡Ahora quien manda es el pueblo!”, gritaron al menos 200 de los cerca de los 40.000 habitantes de la capital del municipio Valdez mientras impedían el paso a los funcionarios y a un grupo de ministros, quienes pretendían hacer una jornada de atención social para las familias de las víctimas del naufragio, que cobró la vida de 33 venezolanos.

Los ministros no calmaron el dolor de la gente

Es precisamente el dolor y la indignación por la muerte en alta mar de esos 33 venezolanos que viajaron hasta Trinidad y Tobago para huir de la crisis económica y social, lo que motivó la protesta de rechazo a la comitiva de Nicolás Maduro. El gobierno de este desatendió, según los habitantes, al municipio Valdez, desde donde zarpan lanchas con migrantes de forma clandestina para llegar a la isla y comenzar una vida lejos de la pobreza.

Por la entrada principal de Güiria no pudieron ingresar los ministros de Educación, Aristobulo Isturiz; de Obras Públicas, Raúl Paredes; de la Mujer, Caroly Pérez; y de Deporte, Mervin Maldonado. Tampoco permitieron el acceso al gobernador de Sucre, Edwin Rojas; al alcalde del municipio Valdez, Ander Charles, y a otros alcaldes.

Los manifestantes corrieron con banderas de Venezuela de un lado a otro para ocupar lo ancho de la carretera principal y tratar de impedir el acceso. Al tiempo, gritaron repetidamente “¡fuera!”.

Ante el impedimento, los vehículos retrocedieron unos 500 metros para luego intentar ingresar por una vía alterna, a la que los manifestantes no pudieron llegar antes para evitarlo.

Signos del abandono

“¡Tenemos ocho meses sin gas doméstico!”, gritó fuerte uno de los manifestantes que tenía un sombrero de palma, de estatura alta y contextura gruesa. Ese hombre que no calla su voz es Víctor Rodríguez, quien expresó sin miedo que en el pueblo les venden gasolina mensualmente y tienen ocho meses sin recibir las cajas de Clap. “¡Este es un pueblo desasistido!”, aseguró.

Pero mientras Rodríguez atendía las preguntas de los periodistas, sus vecinos le gritaron: “¡Vamos a la escuela Pablo Villanueva!”. Los protagonistas de la protesta corrieron hasta la escuela bajo un cielo con nubes negras. En el trayecto pasaron por el mercado municipal, donde las ventas de sardinas pequeñas, flor de jamaica, harina, arroz y ropa no se ha detenido. En ese punto alguien gritó: “Es hora de unirse”. Cuando los pobladores llegaron a la escuela, funcionarios policiales y militares trataron de impedirles el paso a mujeres y hombres agobiados por la tragedia.

Al lugar de la jornada, llegaron el bus con personal de salud, los camiones con insumos, los ministros en sus lujosas camionetas y los habitantes de Güiria. Al final, fue la comitiva de Maduro la que se fue. Los funcionarios ni siquiera pudieron bajarse porque los vecinos y familiares de las víctimas del naufragio los asediaron para que se retiraran.

“No hay miedo”, gritaron los manifestantes frente a los portones de la escuela mientras unos funcionarios de seguridad le tomaban fotos a la multitud.

Los vecinos abrieron el portón de rejas hasta la puerta de la institución y se quedaron allí. Justo detrás de ellos se hallaba una carpa grande con aire acondicionado donde los ministros iban a descansar, pero fue desmontada con rapidez, al igual que recogieron los medicamentos y colchones.

El lugar lleno de policías y militares no privó a los habitantes para impedir que ingresaran los ministros. Los funcionarios que ya estaban dentro de las instalaciones, como el ministro de Deporte, debieron abandonar el lugar entre abucheos.

Esto ocurrió en un pueblo que no dejó de gritarle a los delegados de Maduro que “ellos son el gobierno”; que exige a las autoridades que expliquen cómo la embarcación naufragó.

Una de esas personas que exigió respuestas y justicia fue la maestra de la mayoría de las víctimas, quien dijo que tiene tres días en protesta en busca de una respuesta no de “los náufragos, sino de los muertos”.

 

Con información de El Pitazo

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