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Tragedia en Colombia: Dos venezolanos y un niño encuentran un fatal destino bajo los escombros

 

Un desgarrador deslizamiento en Colombia cobra las vidas de dos venezolanos y un inocente niño, dejándolos sepultados en su trágico final

En la hermosa tierra de Antioquia, Colombia, una apacible morada fue sepultada de manera implacable por un desgarrador deslizamiento de tierra, arrebatando trágicamente la vida de tres almas en un sombrío episodio que enluta a toda la región.

Fue en el pintoresco corregimiento de Porce, anidado en el seno del municipio de Santo Domingo, donde las inclementes precipitaciones desataron un formidable movimiento en masa que se abatió con furia sobre una humilde vivienda, cobrando un precio inimaginable.

Diego Peña, director encargado del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Antioquia (Dagran) y figura destacada en el ámbito, expuso con escalofriante detalle ante los periodistas reunidos: “En medio de la penumbra nocturna, como lágrimas derramadas desde el cielo, las implacables lluvias desencadenaron un proceso de remoción de masas que culminó en un desgarrador deslizamiento, sepultando una morada en el corregimiento de Porce. Lamentablemente, en ese fatídico lugar, se extinguieron tres valiosas vidas: dos adultos y un inocente infante de dos años”.

A pesar de la devastación que embarga nuestros corazones, Peña comunicó que, hasta el momento, no se han reportado personas atrapadas, tras minuciosas revisiones de imágenes y la información proporcionada por las autoridades locales. Los informes recopilados revelan que este desolador episodio se trató de un fenómeno de remoción de masas de proporciones relativamente contenidas, pero cuyo impacto despiadado afectó de manera desmedida las moradas de este apacible rincón.

Según el prestigioso diario El Colombiano, Juan David Zorrila, ilustre director de Planeación de Santo Domingo, precisó que el manto de tierra sepultó las habitaciones de la vivienda, segando la vida de los dos adultos, quienes, en un triste giro del destino, provenían de la lejana Venezuela.

Con sabiduría y prudencia, Peña recordó a la nación que, a pesar de encontrarnos bajo la influencia del fenómeno de El Niño, la inclemencia de las lluvias no da tregua. Por tanto, es imperativo mantenernos en estado de alerta, especialmente ahora, en medio de una delicada transición hacia la segunda temporada de aguaceros que caracteriza nuestra tierra. Enfrentados a la voluble naturaleza, es nuestro deber estar prevenidos y tomar las medidas necesarias para salvaguardar vidas y hogares.

En este oscuro capítulo que estremece a Antioquia, la esperanza se desvanece en el lamento de las almas perdidas. Nuestra solidaridad se alza como un faro de consuelo para aquellos que lloran, mientras nos enfrentamos a la inescrutable magnitud de la fragilidad humana frente a los implacables embates de la naturaleza.

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