Política

Plantean reagrupamiento de fuerzas y estrategia para recuperar capital político de la oposición

Ante los recientes ataques del régimen, la oposición debe reinventarse. Foto: Referencial.

Reagrupamiento de fuerzas y establecer un estrategia que permita recuperar el capital político, son los retos a los que está obligada asumir la oposición venezolana, en respuesta a las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia sobre Acción Democrática y Primero Justicia, plantean analistas.

Sostienen que el gobierno continúa configurando una oposición que se mida con él en elecciones e intente darle un ápice de legitimidad que la comunidad internacional ha cuestionado desde 2018.

El politólogo Fernando Spiritto y el sociólogo Trino Márquez coinciden en que, luego de las arbitrariedades, la oposición debe reunificarse y exigir un Consejo Nacional Electoral (CNE) independiente.

“Este robo de los partidos significa la segunda fase de la estrategia. La primera fue resucitar a unos dirigentes y partidos prácticamente muertos con la creación de la mesa de diálogo. Ahora, quiere dar la impresión de que hay democracia y de que habrá elecciones competitivas”, expone Spiritto, quien por el momento no ve un escenario favorable a la oposición.

Hasta la fecha, el TSJ ha entregado los dos partidos con mayor fuerza de la Asamblea Nacional a dirigentes acusados de corrupción y de estar aliados con el gobierno de Nicolás Maduro. Se trata de Bernabé Gutiérrez, quien presidirá la junta directiva ad hoc de AD, y de José Brito, quien estará al frente de la junta directiva ad hoc de PJ. Esta medida responde a la intención de restarle importancia al voto y de desmotivar a los ciudadanos, asegura Márquez.

El también profesor universitario señala que ahora, al configurar una oposición a la medida, dejan de existir organizaciones independientes y se impone la prolongación del Estado.

“Ahora todos los partidos serán oficiales, como ocurría en los países comunistas de Europa del este, donde el Estado permitía y fomentaba una oposición, creaba sus propios partidos para hacer creer que había repúblicas democráticas”, argumenta.

Spiritto agrega: “El hecho de que José Brito se siente en una curul de la Asamblea Nacional no le dice nada a nadie, eso no tiene ningún impacto político”.

Obligados a cambiar 

Márquez habla de unidad global, que implique la sinergia del liderazgo opositor. Considera que se trata de un deber ético y moral. Por su parte, Spiritto, asegura que la oposición ha recibido un “golpe devastador” que los obligará a renovar a sus líderes y a rescatar el capital político que habían ganado en 2015 con las parlamentarias y en 2019 con la juramentación del diputado Juan Guaidó como presidente interino, conforme al artículo 233 de la Constitución.

En su análisis, Spiritto habla también de que antes de que el TSJ nombrara a los rectores del CNE, la única vía que tenía la oposición para generar el cambio político era la electoral. Este nuevo escenario también debe tomarse en cuenta en la reunificación y diseño de estrategia. Esto último es una deuda, dice el profesor: “En 2019 había que crear una estrategia clara y no se hizo, en paralelo el pueblo se fue desencantado de su liderazgo y ahora están totalmente disminuidos”.

Con la designación ilegal de autoridades electorales que hizo el Poder Judicial, la oposición planteó la posibilidad de aplicar continuidad administrativa a partir de 2021, cuando culmina el mandato de la AN que inició periodo en 2016. Al respecto, Spiritto aclara que actualmente el Parlamento “es inexistente”, por lo que podría existir más represión y persecución si la oposición llegase a aplicar esa continuidad. “No veo que por allí esté la salida, lo lógico es un reagrupamiento de fuerzas, que es una respuesta al estado de necesidad”, enfatizó.

El efecto en la sociedad

Rabia, pesimismo y frustración. Dice Márquez que eso es lo que pudiera estar sintiendo la sociedad venezolana luego de estas medidas tomadas por el gobierno, aún y cuando el Poder Legislativo y la sociedad civil habían constituido el comité de postulaciones electorales para renovar el CNE.

Esta situación solo hace que la gente se pregunte para qué ir a votar si el gobierno y la oposición significan lo mismo, opina.

Según su apreciación, otro de los efectos que se logra al “arrebatar partidos” es sentir que el voto es ineficiente y no tiene ningún sentido, lo cual se traduce en abstención.

Por otro lado, el sociólogo considera que lo vivido significa una lección para los partidos demócratas: deben tener un proceso de selección de militancia, sobre todo, de quienes aspiren a un cargo de representación popular.

 

Con información de El Pitazo

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