Curiosidades

La comida de Navidad más cara de la historia (+Detalles)

Hace siglos que la Navidad es sinónimo de comer mucho. A lo largo de la historia se ha mantenido ese afán humano por presumir y ostentar las posibilidades de cada uno ofreciendo la mesa más llena y bonita posible.

En este sentido, los reyes y nobles de diferentes épocas se llevan el premio a los más exagerados poniendo comida a tutiplén.

Los banquetes han sido siempre un evento social destacado, si le sumamos la importancia de la fiesta religiosa que celebra el nacimiento de Jesús, tenemos la ocasión perfecta en el mundo cristiano para que los más pudientes ofrecieran auténticos festines que han pasado a la historia. ¿Cuál ha sido la comida de Navidad más grande de la historia?

El menú de Felipe III, según Francisco Martínez Montiño, quien fue el cocinero mayor del rey Felipe III y en 1611 publicó “Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria, y conserveria”. Se trata de algo más que un recetario, pues también añade un tratado para un buen servicio en los banquetes y, para aquellos que dudan de la higiene de estos siglos, el capítulo primero versa sobre “la limpieza de la cozina”.

El libro también contiene varios menús indicados para festividades destacadas. La fiesta de la comida por antonomasia aparece en primer lugar en el índice: “banquetes por Navidad”. Montiño enumera 35 platos divididos en tres servicios.

Y empieza con lo que no puede faltar: “perniles, con los principios”. Es decir, jamón. De hecho, es el entrante que inicia todos los menús listados en la obra, literalmente hasta en la merienda, y el único plato que no se retira durante todo el servicio, porque luce mucho sobre la mesa y “además que entre la comida gustan algunas personas de comer un poco de pernil para beber”. Es decir, hace 400 años ya hacíamos eso de coger una lonchita de jamón entre trago y trago de vino.

Los demás entrantes del menú consisten en ollas podridas (un cocido de carne), pavos asados con su salsa, pastelillos saboyanos de ternera hojaldrados, pichones y torreznos asados, platillo de artaletes (empanadas) de aves sobre sopas de natas, bollos da vacia, perdices asadas con salsa de limones, capirotada con solomillo, salchichas y perdices, lechones asados con sopas de queso, azúcar y canela, hojaldes de masa de levadura con enjundia de puerco y pollas asadas. Sí, sí, esto solo de entrantes.

Segundo servicio
Capones asados, ánades asadas con salsa de membrillos, platillo de pollos con escarolas rellenas, empanadas inglesas, ternera asada con salsa de oruga, costrada de mollejas de ternera y higadillos, zorzales asados sobre doradas, pastelones de membrillos, cañas y huevos, empanadas de liebres, platillo de aves a la Tudesca, truchas fritas con tocino magro y ginebradas (las ginebradas eran un “pastel o torta hecha con masa ligada, plegada en forma de vaso, que se rellena con un batido de leche cuajada, harina, manteca, azúcar y, opcionalmente, huevos, y se cuece al horno”).

Tal y como se puede comprobar, el pavo y las aves tienen una larga tradición como productos indispensables en la cena de Navidad. El protagonismo del marisco no irrumpió hasta el siglo XIX y se extendió en el XX, cuando cada vez más parte de la sociedad pudo ir accediendo a un producto tan caro.

Tercer servicio
Pollos rellenos con picatostes de ubres de ternera asados, gigotes (guiso de carne picada) de aves, platillo de pichones ahogados, cabrito asado y mechado, tortas de sidras verdes, empanadas de pavos en masa blanca, besugos frescos cocidos, conejos con alcaparras, empanadillas de pies de puerco, palomas zorzales con salsa negra, manjar blanco, buñuelos de viento.

Puede resultar curioso que los únicos pescados de todo el menú sean la trucha y el besugo.

Postre
Por si alguien todavía no quedaba lo suficientemente lleno, se disponían uvas, melones, limas dulces, naranjas, pasas, almendras, orejones, manteca, peras, camuesas, aceitunas, quedo, conservas y suplicaciones. Las suplicaciones eran lo que hoy conocemos como barquillos, pero bien podían tener otro sentido y pedir sobrevivir a la digestión de este menú.

Entonces ya sabes que este es la comida de Navidad más cara de la historia, y es de allí en donde se populiza la expresión «Comer como reyes».

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