Sucesos

Homicidio de un recogelatas en la Zona Industrial de Coro: Un caso rodeado de controversias y dudas

Controversia en torno al homicidio de un recogelatas a manos de un vigilante en la Zona Industrial de Coro

En la madrugada, la calle Libertad en el sector Zona Industrial de Coro fue sacudida por un trágico homicidio. Este suceso fatídico, conocido únicamente por el vigilante responsable y los angustiados familiares de la víctima, Heberto Antonio Navas Navas, se convirtió en el centro de la consternación comunitaria. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y el CCP-1 acudieron rápidamente al lugar para desentrañar los detalles de este trágico suceso, desplegando su experiencia.

Heberto, un joven de 29 años, perdió la vida de manera desgarradora al recibir un disparo de escopeta en uno de sus pulmones. Su pasado estuvo marcado por un encierro en la prisión de Ramo Verde en 2016, debido a un incidente de insubordinación hacia un superior mientras servía como soldado en el Fuerte Tiuna. Lamentablemente, encontró un destino prematuro y trágico en las calles, donde se ganaba la vida recolectando latas y chatarra.

La prima del fallecido, sumida en la angustia, recibió la devastadora noticia de la muerte de Heberto, pero carecía de detalles precisos sobre lo ocurrido. Fue en el seno del CICPC donde se reveló la verdad: un vigilante se convirtió en el responsable de arrebatarle la vida a Heberto, en un aparente intento de frustrar un acto delictivo.

Sin embargo, la versión del vigilante de la fábrica de helados, quien afirmaba que Heberto había sido cómplice en un intento de robo, fue vehementemente desmentida por la prima del fallecido. Según ella, no había barreras u obstáculos que saltar para acceder al lugar. En cambio, sostiene una teoría escalofriante: el vigilante, al ver a Heberto desaliñado y ensuciado por su trabajo de recolección, decidió tomar la justicia por su propia mano y le disparó, causándole una hemorragia mortal. Un sombrío detalle que respalda esta versión es que la pequeña Biblia de bolsillo de Heberto estaba manchada de sangre, lo que sugiere que él mismo la había sacado herido.

Los familiares niegan rotundamente que Heberto llevara algún arma y afirman que su único objetivo era buscar sustento en las calles recolectando latas y chatarra. Es probable que estuviera realizando esta tarea en el fatídico momento en que el vigilante le arrebató la vida. La familia se muestra perpleja por el hecho de que el CICPC haya recogido un bolso como evidencia, ya que Heberto solía llevar consigo un saco, lo que añade un elemento de misterio y desconcierto a este trágico episodio.

En contradicción con la versión del vigilante, quien afirmó haber respondido a un ataque previo, los testigos solo escucharon una detonación. Este hecho pone en duda la veracidad de los acontecimientos tal como los relató el vigilante, lo que amplía el espectro de interrogantes que rodean este suceso luctuoso.

La familia de Heberto clama por una investigación exhaustiva y una búsqueda implacable de la verdad para identificar y llevar ante la justicia al vigilante responsable de este homicidio. Es imperativo que la justicia prevalezca y ponga fin a la impunidad que ha dejado un vacío irreparable en la vida de Heberto y en el corazón de quienes lo amaban.

 

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