Curiosidades

Cómo los animales están ayudando a los científicos a luchar contra el coronavirus Covid-19

Cómo monos, ratones, hurones y otros animales están ayudando a los científicos a luchar contra el coronavirus.

En la lucha para contraatacar al covid-19 todas las investigaciones y pruebas son elementales para descubrir sus debilidades estructurales, y un estudio con animales de laboratorio se ha vuelto especialmente importante para tratar de dar respuesta a los enigmas del coronavirus. Esto es lo que están haciendo científicos de todo el mundo.

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Los experimentos más comunes, con ratones, implican crear nuevos roedores genéticamente modificados para que puedan portar el virus y así estudiar su comportamiento.

En el caso de los monos, la mayoría de investigaciones se centran en que generen anticuerpos, extraerlos, dárselo a otros especímenes sanos y comprobar si logran contagiarse del COVID-19.

Los animales han demostrado ser uno de los principales actores de la crisis del COVID-19, primero como posible origen de la pandemia y ahora como posible arma contra el virus.

Desde los inicios del brote se ha puesto al servicio de la ciencia un amplio abanico de especies de ratones, monos, perros, hurones, pollos e incluso caballos, entre otros, para suministrarles el SARS-Cov-2, investigar sus efectos y comprender la respuesta del cuerpo humano ante la amenaza.

Estos estudios, además, permiten localizar las posibilidades de cada animal para portar el virus como huésped intermedio y así prevenir que vuelva a suceder una pandemia de estas características.

“Todavía tenemos que entender cómo se comporta el virus cada especie y qué podemos aprender del comportamiento de cada una de ellas”, señala Dave O’Connor, patólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison que lidera varias del COVID-19 en monos. Pero la lista de animales se extiende mucho más.

Ratones

Los ratones son económicos, abundantes y muy fáciles de manejar, lo que los convierte en buenos candidatos para la experimentación. El problema es que son invulnerables a los coronavirus, algo que la comunidad científica descubrió durante el brote de SARS en 2003.

En ese momento, un grupo de investigadores de la Universidad de Iowa diseñó genéticamente una cepa de ratones que sí admitía la versión humana de la enzima que los coronavirus usan para colarse en las células (ACE2). Entonces respondieron al virus y sus anticuerpos empezaron a combatirlo.

Una vez el brote remitió, los equipos congelaron parte del esperma de esta especie y lo enviaron al Laboratorio Jackson en Maine, una institución de investigación independiente que se especializa en la producción de ratones para investigación biomédica. Hoy por hoy, la misión del laboratorio es criar a miles de esos ratones y distribuirlos por todo Estados Unidos.

Mientras tanto, se está utilizando una raza diferente—también modificada genéticamente— para desarrollar fármacos. Regeneron, una farmacéutica neoyorquina, se encuentra entre los competidores por lanzar un tratamiento basado en los anticuerpos que producen estos roedores.

“Son como minihumanos”, señala Christos Kyratsous, científico principal de Regeneron.

Monos

A finales de febrero, varios laboratorios de China descubrieron que los Monos Rhesus eran susceptibles a la infección por SARS-CoV-2 de una manera similar a la humana —incluso desarrollaron síntomas parecidos a la neumonía—, pero sin fiebre. La transmisión también fue semejante, suministrada a través de la nariz y la garganta.

En un primer vistazo, O’Connor y sus colaboradores del UW-Madison trataron de provocarles reacciones distintas y simular una enfermedad comparable a la de un humano en estado grave. Si lo consiguen, la investigación del virus permitirá experimentar múltiples fármacos en estos monos y estudiar la evolución del COVID-19 en un organismo similar al nuestro.

Algo parecido ocurre en el Centro Nacional de Investigación de Primates de California en UC-Davis. Koen van Rompay, quien dirige el trabajo del centro sobre enfermedades infecciosas, señala que el primer paso ha sido desarrollar una prueba de diagnóstico para asegurarse de que los 4.000 monos del laboratorio no hayan estado expuestos al SARS-CoV-2 sin querer.

Después de eso, una de las principales prioridades es infectar alrededor de 8 monos, permitir que algunos se recuperen y luego transferir su plasma rico en anticuerpos a los demás y ver si acelera su recuperación. Los monos han sido clave para comprender la reacción inmune al virus: a mediados de marzo, un estudio de simios chinos ofreció algunas de las primeras pruebas de que los anticuerpos de una infección por SARS-CoV-2 pueden proporcionar inmunidad.

No está claro cuánto dura esa inmunidad, y los estudios en humanos han demostrado que algunas personas pueden no desarrollar suficientes anticuerpos para proporcionar inmunidad. Aún así, los hallazgos de los monos fortalecen el caso de los ensayos de transfusión de plasma humano, que ahora están en marcha y podrían servir para prevenir millones de contagios.

Después de algunas semanas, todos los monos de van Rompay serán sacrificados y sus pulmones, cerebros y corazones serán estudiados en autopsias. Esos tejidos se compartirán con otros laboratorios de todo el país para su estudio adicional y minimizar la cantidad de monos involucrados.

Animales domésticos

Varios estudios chinos están encargados de estudiar la infección en los animales domésticos para comprobar cómo de posible es que sirvan de anfitriones intermediarios de otros virus hacia los humanos. Entre varios descubrimientos, los investigadores se percataron de que “el SARS-CoV-2 se replica mal en perros, cerdos, pollos y patos”, pero no en hurones y gatos, quienes pueden portarla sin síntomas.

Algunos de los gatos en el estudio fueron susceptibles a la infección por gotitas en el aire, y capaces de propagar la infección a otros gatos, lo que significa que su organismo podría proporcionar al virus un refugio seguro para evolucionar y potencialmente volver a infectar los humanos.

El hallazgo sobre hurones fue una noticia especialmente bienvenida: debido a que sus sistemas respiratorios son notablemente similares a los de las personas, los hurones se usan de forma frecuente para probar tratamientos contra la influenza y serán útiles para estudiar los medicamentos COVID-19 y sus efectos en los pulmones.

Mientras tanto, Emergent BioSolutions, con sede en Maryland, está trabajando en un fármaco basado en anticuerpos de caballo para producir tratamientos contra el botulismo o la difteria.

Con información de MSN

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