Revelan las terribles condiciones a las que están sometidos los presos políticos en la cárcel Rodeo I
“Como no pudimos matarles, vamos a volverles locos”, esa escalofriante sentencia de la muy galardonada película “La noche de 12 años”, pareciera la inspiración que alguno de los perversos altos funcionarios del régimen venezolano esté aplicando en la destrucción de los presos políticos de la cárcel Rodeo I; la mayoría de esos presos políticos venezolanos tienen casi 11 meses sin ver a sus niños, sin llamadas telefónicas, mucho menos visitas conyugales, no han recibido un abrazo ni siquiera un roce de manos de sus padres, de sus hijos, de sus esposas, de nadie; durmiendo y comiendo en medio de la inmundicia.
La mencionada película refleja lo ocurrido en Uruguay bajo la dictadura militar de 1973. Relata que, en una noche de otoño, a nueve presos Tupamaros los sacan de sus celdas en una operación militar secreta. Más de una década, aislados en diminutas celdas, la mayoría del tiempo encapuchados, atados, en silencio, privados de sus necesidades básicas, apenas alimentados, y viendo reducidos al mínimo sus sentidos. Entre esos presos estaba Pepe Mujica, quien luego fue presidente de Uruguay.
Pero si lo que ocurre en la película con esos nueve presos es terrible, lo que está pasando actualmente con los presos de la cárcel El Rodeo I, en Venezuela, es brutal, porque a lo que están viviendo cientos de presos, se suma el silencio de la gran mayoría de sus familiares por el miedo de perder lo poquito que les permiten en cada visita.
Aunque en días como ayer no pudieron verlos porque el gobierno ordenó la militarización de la zona donde está la cárcel del Rodeo que consiste en varios edificios, siendo el Rodeo I el remodelado especialmente para replicar casi totalmente lo que ocurre en la famosa película del 2018.
Todos los familiares son encapuchados, sin considerar si son ancianos, claustrofóbicos, sufren de ansiedad o cualquier consecuencia que les cause usar una capucha negra, como aislándolos del mundo. Algunos familiares se aferran al bastón para no caerse, cuando se desorientan; el custodio los abraza para ayudarlos a caminar con lo que profundiza la sensación de asco y repudio.
Con información de Infobae