Salud

Para evitar el contagio de Covid-19: ¿Por qué se nos dificulta no tocarnos la cara?

Por qué cuesta trabajo no tocarse la cara

Ante el virus, nos lo han dicho miles de veces desde que inició la pandemia tanto autoridades sanitarias como en medios de comunicación: “para evitar el covid-19 NO toques tus ojos, nariz y boca”, pero… ¿realmente no tocas tu cara?

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¿Por qué cuesta trabajo no tocarse la cara? Siendo sinceros a muchos nos puede costar trabajo porque ya es un hecho aprendido, inconsciente o bien un movimiento característico de cada persona.

A lo largo de la evolución, aprendimos que cuando tenemos mucho miedo o enfrentamos algo aversivo, debemos cubrirnos la cara. Además, refleja nuestras emociones, como tristeza, alegría, enojo, miedo o ansiedad.

De acuerdo con Gloria Cava, Dra. en Psicología y Máster en Terapia Estratégica, aprendemos los unos de los otros porque genéticamente estamos preparados para repetir lo que vemos en lo que se conoce justamente como aprendizaje por imitación. Este proceso ocurre a través de una llamada red de neuronas espejo, vinculadas con comportamientos imitativos, sociales y empáticos como bostezar en cadena, momento en el que copiamos al otro y en el que, de forma automática, podemos llevarnos las manos al rostro.

El estrés puede llevarnos a desarrollar movimientos involuntarios como llevarnos las manos al rostro, reflejo que, hasta cierto punto, nos ayuda a relajarnos a través de la activación del nervio parasimpático, el cual se encarga de controlar los actos involuntarios del cuerpo.

Un estudio hecho en el 2014 sugirió que tocarse la propia cara ayuda a regular el estrés y la formación de la memoria.

Sin embargo, es un hecho que tenemos que dejar de tocar la cara ya que el objetivo es evitar que el virus penetre en el organismo y comience a extenderse causando estragos que pueden llegar a ser muy graves, dependiendo del caso.

Según Kevin Chapman, psicólogo y director del Centro de Ansiedad y Trastornos Relacionados de Kentucky, la propensión a tocarse la cara es un hábito extremadamente humano porque tocarse la cara subconscientemente indica que es consciente de sí mismo para los demás que puedan estar cerca. tú.

«La autoconciencia pública generalmente se refiere a nuestra conciencia de nosotros mismos desde la perspectiva de otras personas, que inevitablemente se desencadena durante las interacciones sociales. Naturalmente, las personas examinan los rostros de los demás y son sensibles a diversas señales faciales, por lo que tocarse la cara puede estar relacionado en parte con la tendencia natural a ser sensibles a nuestros rostros y expresiones faciales», explicó.

Dado que tocarse la cara puede ser una herramienta relacional, los humanos comienzan a tocarse la cara desde una edad temprana y se convierte en un hábito, lo que hace que sea aún más difícil dejar de hacerlo, incluso si la salud de una persona está en juego.

«Psicológicamente, la mayoría de las personas no interpretan diversas formas de amenaza y contaminación en relación con sus rostros y, por lo tanto, no asocian la enfermedad y la dolencia con tocarse la cara», dijo Chapman.

¿Qué hacer para no tocarte la cara?

Decirte a ti mismo que no puedes tocarte la cara (probablemente) hará que te la toques más.

Aunque es posible tocarse menos la cara, o no tocarlo en absoluto, como recomiendan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades( CDC), Chapman destaca que ser duro contigo mismo no ayudará en absoluto porque reprimir los pensamientos no suele ayudar a las personas a frenar sus comportamientos habituales.

En lugar de decirse a sí mismo: «Hoy no voy a tocar mi cara en público», repite: «Necesito ser más consciente de tocar mi propia cara hoy».

Otra gran idea es aprovechar la tecnología a tu favor y configurar un recordatorio telefónico u ocupar las manos podría ayudar.

Establecer un recordatorio telefónico para que recuerde activamente estar consciente de su propio contacto facial.

Si bien es complicado controlar los gestos que hacemos con las manos, este experto asegura que existen algunas estrategias que pueden ayudarnos en la tarea y ponernos las cosas más fáciles.

Una de estas alternativas es mantenerlas ocupadas. La investigadora en ciencias cognitivas, Denise Cummins, especializada en toma de decisiones, recomienda que podemos sostener una bola antiestrés o algún otro objeto, por ejemplo, o cruzar los brazos para no tener la posibilidad de mover las manos.

No obstante, a estas alturas, es muy importante tomarse en serio otras medidas preventivas como lavarse las manos con agua y jabón o rociarlas con algún desinfectante, permanecer en casa el mayor tiempo posible y reducir el contacto con otras personas.

Con información de Salud 180

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