Migrantes venezolanos atrapados en la entrada de la selva del Darién debido a la falta de recursos económicos
En el pintoresco rincón costero de Colombia, Necoclí, próximo a la imponente selva del Darién, se desarrolla una dramática odisea que atrapa a migrantes venezolanos y de diversas nacionalidades. Estos valientes viajeros se ven impedidos de continuar su periplo debido a la cruda realidad de la penuria económica que los asedia. Entre ellos, emerge con fuerza la voz de Jennifer Serrano, una mujer venezolana que clama desesperadamente por reunir al menos 1.000 dólares para seguir su camino hacia los Estados Unidos, en compañía de su esposo y sus tres hijos. Sin embargo, su angustiosa situación no es un caso aislado, sino que se repite en innumerables migrantes que enfrentan un destino similar.
En un suspiro cargado de angustia, Serrano, con apenas 29 años de edad, confiesa: “Jamás imaginamos que el precio sería tan prohibitivo. Nos habían asegurado que el tránsito por el inhóspito Darién rondaría los 160.000 pesos (37 dólares), pero apenas contamos con 400.000 pesos (93 dólares), que se esfumaron en el sustento y cuidado de nuestros pequeños, aquejados por enfermedades”.
Las angustias de estos migrantes no pasan desapercibidas en las calles de Necoclí, donde una escena dantesca se desarrolla ante nuestros ojos. Personas desesperadas ofrecen a la venta bienes básicos, como agua y alimentos, o extienden sus manos en busca de auxilio a los recién llegados, anhelando reunir el dinero indispensable para continuar su travesía hacia el norte del continente. En este escenario desolado, encontramos a Carolina García, una joven de 25 años, sentada en una modesta silla de plástico en la arteria principal del pueblo. Mientras amamanta a su niña de dos años, ofrece agua, refrescos y cigarrillos a los transeúntes por módicas sumas inferiores a un dólar. Este humilde poblado costero ha experimentado una transformación vertiginosa, convirtiéndose en un punto de paso abrumadoramente migratorio que supera en número a los escasos turistas que se aventuran por la zona.
La diáspora venezolana ha alcanzado proporciones alarmantes, con más de 7,2 millones de personas que han abandonado su tierra natal, según datos revelados por la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V), un conglomerado de más de 200 organizaciones que incluye agencias de las Naciones Unidas. El último informe de la R4V, actualizado hasta el 28 de marzo de 2023, arroja cifras desgarradoras: más de seis millones de venezolanos se encuentran dispersos en países de América Latina y el Caribe. Colombia se erige como el país que alberga la mayor cantidad de migrantes venezolanos, con 2,4 millones; le siguen Perú con 1,5 millones, Estados Unidos con 545.000, Ecuador con 502.000, Chile con 444.000, España con 438.000 y Brasil con 426.000. Estas estadísticas, que desnudan la magnitud de la crisis migratoria que asola a Venezuela, exhortan a la comunidad internacional a brindar un apoyo urgente y a buscar soluciones tangibles para aliviar el sufrimiento de estos valientes desplazados que luchan por encontrar un nuevo hogar.