La nutrición es clave: Comer mal nos hace más propensos a contagiarnos de COVID-19
Una alimentación balanceada es un escudo de protección, desde que comenzó la pandemia de coronavirus se han dicho muchas versiones de como se transmite el virus, sin embargo, a ciencia cierta no se sabe la veracidad de la información.
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Lo que si sabemos es que debemos mantener una buena higiene personal como: lavarte las manos con frecuencia, usar el tapabocas, y mantener el distanciamiento social como lo rige la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Algunos estudios han demostrado que los pacientes de COVID-19 deben tener un estado nutricional en la aparición de la enfermedad y su evolución.
Se pudo conocer que la desnutrición (calórica y/o proteica) es un factor de riesgo para el virus, que afecta a distintos niveles.
El sistema inmune de pacientes con desnutrición no funciona correctamente, lo que aumenta la susceptibilidad a la enfermedad. Además, la desnutrición puede producir cuadros más severos de la enfermedad, así como dificultar la recuperación más completa de los pacientes.
Recordemos que las estancias hospitalarias prolongadas, donde la movilidad del paciente es reducida y/o se requiere de respiración asistida (como ocurre en pacientes con COVID-19), producen una pérdida de masa muscular en los pacientes que puede agravar la desnutrición.
No hay que olvidar, además, que la desnutrición suele ser más frecuente en personas mayores, colectivo que ha sufrido especialmente los efectos de la pandemia.
Todo indica que una valoración temprana del estado nutricional del paciente permitiría diseñar un plan personalizado que ayudaría a cubrir sus necesidades de energía y nutrientes.
Por eso, es recomendable mantener una comida balanceada esto ayuda a mejorar los cuadros clínicos del paciente y se disminuiría el tiempo de hospitalización.
En el caso de personas no hospitalizadas, mantener una dieta equilibrada que asegure una ingesta adecuada de energía y nutrientes, así como mantener un estilo de vida activo y saludable es la mejor opción para evitar la desnutrición y los problemas derivados.
La obesidad empeora el COVID-19
Se ha observado que la obesidad y los patrones dietéticos inadecuados pueden influir negativamente en el COVID-19. Al fin y al cabo, la obesidad se caracteriza por generar un estado inflamatorio crónico de bajo grado.
Se ha propuesto que un tejido adiposo “preinflamado” (como el que aparece en personas con obesidad) puede aumentar la respuesta inmune a la infección, amplificando la producción de citoquinas proinflamatorias y agravando así el cuadro general. Como consecuencia, la respuesta inflamatoria derivada del COVID-19 es mayor y el riesgo de mortalidad aumenta.
A esto se suma que la obesidad suele estar relacionada con diversas enfermedades crónicas no transmisibles (como la diabetes tipo 2, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares, entre otras) que pueden contribuir al desarrollo de una inflamación sistémica que a su vez podría agravar la severidad de la infección.
El exceso de grasas es malo para los pulmones
En el caso de patrones dietéticos inadecuados, estudios realizados en modelos animales (roedores) han demostrado que el consumo de dietas ricas en grasa (especialmente saturada) promueve la infiltración de macrófagos en el tejido pulmonar (concretamente en los alveolos).
La ingesta de hidratos de carbono refinados/simples se ha asociado con el aumento de las concentraciones plasmáticas de marcadores proinflamatorios.
Con información de Noticias 24 Mundo