Curiosidades

La nueva medicina para el sistema inmune: El despertar espiritual te refuerza

La nueva medicina inmunológica: el despertar espiritual

La frase el poder de la mente cobra un significado distinto ante este contexto global, la pandemia del COVID-19 ha afectado a todas las actividades humanas del planeta, tanto a nivel individual como colectivo (ser humano, comunidades).

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Lo que vemos no es sólo una crisis de salud (física, emocional) y económica, sino también una crisis humana, y espiritual. Esta situación ha creado un antes y un después en materias de salud, y en materias de naturaleza económica, política, institucional, derechos, responsabilidades, medio ambiente…

Este es un virus con características muy únicas: no es selectivo y nos puede afectar a todos por igual, independiente de los niveles de ingreso, la clase social, etc.; no respeta áreas geográficas, y se está manifestando en todas partes del mundo (países desarrollados o subdesarrollados, Este u Oeste); no respeta ningún tipo de economía y ha expuesto claramente la fragilidad de la economía global, y de la llamada globalización; y no deja de expresar, entre líneas, que todos hemos vivido un mundo de fantasía, con un gran regocijo por los descubrimientos científicos y tecnológicos que, para muchos, representan la salvación a todos nuestros problemas.

Hoy, nuestra atención se centra principalmente en los impactos que la pandemia ha tenido en la medicina en particular y en la salud, en general.

Debemos comenzar diciendo que, en la gran mayoría de los países del mundo, el sistema de salud está orientado al manejo y la gestión de enfermedades, y no realmente de la salud. El punto de partida de estos sistemas no es la buena alimentación y nutrición, la medicina preventiva, o la mantención de un medio ambiente ecológico sano y apropiado a nivel individual como colectivo, de entre otros.

La fórmula mágica de estos tiempos ha sido, fundamentalmente, guarecerse de una enfermedad a través de vacunas y otros productos farmacológicos. Entendemos que hay excepciones. Hoy, no hay fármaco que pueda curar este virus. Dependemos totalmente de nuestro sistema inmune.

Un sistema inmune tanto individual como colectivo. Es el sistema inmune la primera línea de defensa del cuerpo humano para combatir los organismos patógenos. El cuerpo responde ante la amenaza de un patógeno a través del sistema innato o posteriormente a través del sistema adaptativo.

En ambos casos responde con algún tipo de inflamación que permite la supervivencia. Como humanos, en nuestra lucha por adaptarnos al medio, hemos desarrollado complejas estrategias biológicas que han permitido la evolución de nuestra especie.

Al enfrentarnos a nuevos retos epidemiológicos, el sistema inmune obligatoriamente debe, por un lado, ser lo suficientemente fuerte para resistir y por otro, ser lo suficientemente inteligente (biológicamente inteligente) para crear la respuesta adaptativa que le permita la supervivencia.

La incapacidad del sistema inmune para combatir un patógeno da como resultado la enfermedad o la muerte. Pero, en la ecuación patógeno versus humano, la fortaleza y el comportamiento de este sistema inmune responden a componentes no biológicos, que llamaremos nuestra espiritualidad —“nuestra sabiduría espiritual”- individual y colectiva.

Dicha sabiduría cuando está activa, emana la capacidad de conectarse a la fuente de la vida, lo que permite la activación de la inteligencia biológica. En otras palabras, sin la sabiduría espiritual, no es posible que el sistema inmune logre la evolución que se requiere para enfrentar un nuevo patógeno potencialmente mortal.

Cuando llegaron los españoles a América, con sus pesadas carabelas, los habitantes autóctonos, enfrentaron con asombro las nuevas enfermedades que trajeron estos gigantes, peludos y olorosos, a quienes llamaron “los extraños”, pues no sabían qué tipo de animales eran.

Muchos indígenas murieron antes de alcanzar colectivamente, como manada, el sistema adaptativo que les permitió utilizar la inteligencia biológica y desarrollar la inmunidad requerida para resistir.

Es interesante conocer, cómo los aborígenes americanos despertaron su sistema inmune para resistir los patógenos importados por los conquistadores. Entonces es posible que arrojemos algo de luz sobre la situación de enfermedad y muerte que está viviendo el mundo.

En el pasado, los indígenas al presenciar la muerte de las tribus vecinas, se adentraron en la selva. Hicieron silencio. No volvieron a hablar del hombre extraño y nunca mencionaron por su nombre la enfermedad que trajeron. En sus ceremonias de rituales, yopos, hierbas y ayahuascas, que quizá no entendemos, abrieron comunicación con la sabiduría divina.

Hicieron más silencio y se adentraron más profundamente en la selva Amazónica hasta que ya ni sus huellas se hicieron visibles para nadie. Entonces, se fueron adaptando. Desarrollaron inmunidad ante el patógeno extranjero.

Hoy como ayer, el indígena amazónico se ha deslindado del hombre blanco. Nuevamente se ha hecho silencio en la selva. Los indígenas ante el nuevo virus han cortado las comunicaciones. Los grandes sanadores han decretado silencio y solitud. ¿Cuándo lo haremos nosotros? ¿En qué momento aceptaremos la necesidad de buscar un diálogo con el espíritu?

Como lo dijimos anteriormente, la medicina farmacológica ha probado ser insuficiente ante el patógeno que nos acecha. Se hace necesario el silencio, la humildad, el equilibrio interior, y el acceso a la fuente de sabiduría que permita que despertemos la inmunidad del rebaño humano como grupo indivisible.

Un humano despierto permite que su sistema inmune actúe con inteligencia biológica y en su expresión colectiva inmuniza a todos los miembros de su colectividad. Algo así como la ecuación del efecto Maharishi Mahesh Yogi, quien sostenía que, si la raíz cuadrada del 1% de un colectivo se transformaba, esto generaba la transformación colectiva.

Hoy, proponemos un nuevo tipo de medicina: “la medicina inmunológica”. Esta requiere, hoy, con gran urgencia de comprometidos médicos inmunológicos, con un alto nivel de consciencia y auto realización, para transformar al mundo y salvar la especie humana. Estos “nuevos médicos” pueden ser personas comunes de cualquier segmento de la sociedad, con una característica espiritual común: el estar espiritualmente despiertos interiormente.

Nuestro llamado es a la transformación interior a nivel individual y colectivo. Nuestro llamado es a desarrollar el poder del silencio, a través de la meditación, yoga, contemplación… Nuestro llamado es a la formación de una masa crítica de la población mundial, como lo propuso Maharishi Mahesh Yogi, de alto nivel de conciencia, para convertirnos todos en médicos inmunológicos que despertemos la sabiduría divina y la inteligencia biológica para evolucionar, resistir y sanar.

Con información de Noticias 24 Mundo

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