La Casa del Rey fuerza el exilio de Don Juan Carlos por sus negocios turbios
La situación insostenible derivada de las informaciones sobre los negocios opacos de Don Juan Carlos, el deterioro que provocan en la imagen de la Corona y la presión llegada desde distintos ámbitos -con especial énfasis desde el Gobierno- han llevado a Felipe VI a no dilatar más una decisión esperada. El Rey ha aceptado el exilio de su padre -«Mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España»,al que fuera Jefe del Estado durante casi cuatro décadas, y que ahora ocupa titulares junto a fondos en paraísos fiscales y cuentas en Suiza. La decisión se hace pública una vez los Reyes han completado su gira por España, en la que han recorrido todas las comunidades.
Los escándalos protagonizados por el que fuera Jefe del Estado durante casi cuatro décadas han vuelto a poner de nuevo a Felipe VI en la tesitura de elegir ser Rey antes que hermano o hijo. Ya despojó del título de duques a su hermano Cristina e Iñaki Urdangarin por su implicación en el caso Nóos, y ahora traza un nuevo cortafuego expulsando de España a su padre.
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La fórmula ejecutada para el destierro de Don Juan Carlos es la misma empleada en su renuncia a la vida institucional o con la primera piedra del repudio puesto el pasado 15 de marzo: se pretende trasladar que es una decisión suya, que parte de él, y así la comunica a Felipe VI. Sin embargo, a nadie se le escapa que hace semanas la Casa del Rey con el Gobierno, y con distintas personalidades de la sociedad, analizaba y debatía cómo acometer el problema de la presencia de Juan Carlos I en el mismo espacio que el Rey y su familia. Un asunto de Estado, donde la iniciativa no parte del emérito.
Así, el repudio de Don Juan Carlos se ha estructurado en tres pasos. Un cortafuegos progresivo, que ha sido necesario subir de intensidad ante la gravedad de las investigaciones periodísticas publicadas. Primero, el 27 de mayo de 2019, se trasladó que se retiraba de la vida pública de manera oficial -hacía meses que su agenda había sido relegada y sus apariciones junto a Felipe VI eran contadas y casi obligadas-. Para entonces, ya hora cobra importancia el detalle, la Casa del Rey ya tenía conocimiento de los fondos y negocios opacos de Juan Carlos I. Hacía casi dos meses que los abogados de Corinna les habían trasladado los detalles.
Con información de Albeto News