El dantesco crimen perpetrado por una peluquera en Monagas
Durante los cuatro años previos al dantesco crimen, la mujer, de profesión peluquera, mantuvo una relación sentimental con Armando Moreno Centeno, escolta de su esposo. Juntos, planearon secuestrarlo para cobrar el rescate, pero terminaron asesinándolo y enterrándolo vivo en una casa ubicada en el sector La Cruz, cerca de la residencia de los Morreale
El pasado 24 de noviembre, fue recapturada en Caracas por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Maddalena Maniscalco de Morreale, la famosa «viuda negra de Maturín», quien fue condenada a pasar 23 años en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) por haber planeado junto a su amante, el secuestro y asesinato de su esposo en el año 2002.
Según reporte de La Verdad de Monagas, la recaptura fue posible gracias a la ardua labor de inteligencia del cuerpo de seguridad, tras una orden de captura emitida por el juez de Ejecución del estado Bolívar, Pablo Indriago, tribunal que llevó la causa y que la condenó en 2008.
Hasta el momento de finalizar este reporte, se desconoce la minuta policial, y por ende, dónde se encuentra la mujer de nacionalidad italiana. Además, el Cicpc no había ofrecido información sobre el operativo de recaptura, como acostumbra.
Por tanto, El Cooperante recabó información de interés plasmada en el histórico de expedientes del Tribunal Supremo de Justicia, que permiten comprender por qué Maniscalco de Morreale ha pasado los últimos 21 años, inmersa en los vaivenes de un fatal crimen.
Para quienes creen en «cosas de la vida», resultará un dato interesante saber que la recaptura de la mujer se llevó a cabo en la urbanización Santa Fe Norte el 24 de noviembre, dos días antes de que se cumplieran 21 años del asesinato de su esposo, un reconocido empresario italiano de Maturín.
En los medios de comunicación nacional no se encontraron registros de la fuga de Maniscalco, que se llevó a cabo en algún momento del año 2015, del centro de reclusión en Los Teques. La mujer se aprovechó de una fórmula alternativa de cumplimiento de pena por destacamento de trabajo, según La Verdad de Monagas.
Los movimientos de la viuda negra
De acuerdo al TSJ, Maniscalco de Morreale fue acusada por ser la «cooperadora inmediata» en el asesinato de su esposo Ángelo Morreale Tornatore, quien en vida fue el propietario del Supermercado Merkatodo II de la capital monaguense.
Durante los cuatro años previos al dantesco crimen, la mujer, de profesión peluquera, mantuvo una relación sentimental con Armando Moreno Centeno, escolta de su esposo. Juntos, planearon secuestrarlo para cobrar el rescate, pero terminaron asesinándolo y enterrándolo vivo en una casa ubicada en el sector La Cruz, cerca de la residencia de los Morreale.
Los días que estuvo «secuestrado», la mujer declaró entre lágrimas ante los medios de comunicación de Monagas, que «entregaran» a su marido, además, tras verse descubierta, asumió una actitud frívola que fue descrita por El Periódico de Monagas, en un reporte publicado el día de su recaptura:
«Después de ser resuelto policialmente el caso, Maddalena se presentó a la prensa con sus uñas pintadas de un rojo fuego. Como siempre. Nunca hubo en su rostro ni una sola expresión de arrepentimiento. Y hay comentarios de que en la cárcel de Bolívar salió embarazada situación que nunca fue confirmada. Su familia mantuvo una defensa que demostraba que había dinero, nunca estuvo desasistida, tanto que duro diez años en Caracas, tampoco intento huir hacia Italia, su país originario».
Cronología
El 21 de noviembre de 2002 se reportó el secuestro de Morreale, según el histórico de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ese día la central telefónica del Cicpc Maturín recibió una llamada donde reportaban el hecho. Al hombre lo sacaron de su residencia en la avenida Bella Vista de la capital monaguense.
“En las Residencias Villas Sonoro, sujetos desconocidos se llevaron al ciudadano: Angelo Monrriales (sic) conjuntamente con su vehículo marca Chevrolet, modelo Cheyenne, clase camioneta, tipo Pick-up, placas NAB-68D, desconociendo más datos al respecto».
Un día después del secuestro, un hombre llamó a la familia de la víctima, pero exigía conversar con la esposa. Le pidieron como rescate la suma de 1 millón de dólares. Pese a la insistencia en llamadas posteriores, acordaron con el plagiario pagarle 144 mil bolívares de la época. La familia, al efectuar el pago, esperó la liberación de Morreale, pero esto nunca sucedió.
«El pago fue cumplido por parte de José Morreale, hermano de la víctima, en fecha 15 de diciembre del 2002, aproximadamente a la 1:40 de la madrugada, quien para efectuar el pago tuvo que cumplir una serie de instrucciones que le daba la persona que siempre se comunicó con él, a través de un teléfono móvil que se adquirió a tal efecto, debiendo finalmente dejar la suma de dinero aludida en un tramo de la vía del crucero Punta de Mata-Jusepín jurisdicción del estado Monagas.
El plagiario efectuó la última llamada telefónica, a los cinco minutos de efectuado el pago, manifestando su conformidad, y es a partir de ese momento cuando se pierde todo tipo de comunicación con la voz masculina que se comunicaba en relación con tal hecho. Una vez efectuado el pago del rescate, y a pesar de la promesa de la liberación, esta no ocurrió nunca, por lo que, después de esperar el regreso de Ángelo hasta finales de año, decidieron dar parte a las autoridades policiales».
A inicios de 2003, decidieron informar de las negociaciones a las autoridades. El 19 de enero de ese año, funcionarios del Cicpc encontraron el cuerpo de Morreale dentro de un hueco en un barrio de la parroquia Santa Cruz. Las investigaciones forenses revelaron que al hombre lo “enterraron vivo” el mismo día de su secuestro.
“Ángelo Morreale fue enterrado en un hueco abierto en la tercera habitación de una residencia ubicada en el sector El Maco del Barrio La Cruz de esta ciudad de Maturín, habiéndose determinado con la autopsia y otros elementos de convicción que dicho ciudadano fue enterrado vivo el mismo o al día siguiente del secuestro”.
También determinaron que el autor material del crimen fue Armando Moreno Centeno, que se desempeñaba como policía del estado Monagas, en complicidad con la esposa de Morreale, Maddalena Maniscalco, secuestró al comerciante y lo enterró en una habitación de una vivienda en El Maco.
El amante y cómplice llegó temprano a su vivienda por petición de la mujer, para llevar a cabo el secuestro y después contó con la ayuda de tres personas para el asesinato.
El 21 de enero de 2003, el MP solicitó orden de aprehensión contra Maniscalco porque la Fiscalía obtuvo información de que estaba involucrada.
«Existían elementos que hacían presumir que la ciudadana Maniscalco suministró medios al ciudadano Armando Moreno Centeno para que se ejecutara el secuestro y homicidio de su cónyuge, al que posteriormente le ocasionaron la muerte (…) en la causa cursan fundados elementos de convicción de que la referida ciudadana sostenía una relación amorosa con el ciudadano Armando Moreno Centeno», suscribe el documento en línea, consultado por este portal.
Durante el juicio que se llevó a cabo en el estado Bolívar, luego de que la defensa de la imputada pidió radicar el caso a ese estado, porque en Monagas la prensa era «muy agresiva», el tribunal la condenó a 23 años de prisión, de los que solo pasó 6 años en el Inof.
Moreno nunca fue detenido, y a sus cooperadores los absolvieron, tras ser acusados de ser cómplices de homicidio calificado.
Unidad de captura siempre ha estado «muy diezmada»
En conversación telefónica con El Cooperante, el comisario Luis Godoy, exjefe de la antigua Policía Técnica Judicial (PTJ), ofreció algunos comentarios sobre el caso, y destacó que la Unidad de Captura de la PTJ en la época en la que él laboró como comisario, estaba «muy diezmada».
«Cuando un preso se fuga es por complicidad interna, me imagino que la plata que obtuvo del rescate fue la que usó para fugarse, porque para fugarse se necesita plata. Tras haberse fugado, el tribunal debió ser notificado y este a su vez, debió ordenar la orden de captura a nivel nacional. Hay unidades especializadas en el tema como la unidad de captura, pero en mi época ya estaba muy diezmada porque los funcionarios tenían mucho trabajo y pocos tenían capacidad para dedicarse a la investigación y búsqueda de los fugados. Ahora, desconozco como sea esto ahora, pero debe ser más o menos igual», declaró vía telefónica.
Respecto a más detalles sobre la captura y el crimen, Godoy destacó que recuerda muy poco porque fue un suceso regional, pero sí logró apuntar que fue un caso muy fácil de resolver.
«Es complicado porque hace tantos años no existían los medios digitales como los tenemos ahora, algún registro debe haber en recortes de periódico, pero eso fue en Maturín. Sin embargo, en conversaciones con algún colega, recordamos que fue un caso extremadamente fácil porque agarraron al escolta que era policía y determinaron rápido que fue un sicariato, en el que la esposa colaboró. Había mucha evidencia criminalística, pero efectivamente no se conoce nada sobre la fuga».
por Anaísa Rodríguez/El Cooperante