Documental de Netflix expone red de prostitución de menores de Jeffrey Epstein
El multimillonario Jeffrey Epstein, acusado de pedofilia y prostitución de menores de edad, se suicidó hace nueve meses en una cárcel de Nueva York, dejando un revuelo por los involucrados en la red, que comprenden famosos modelos, actores, cantantes y hasta políticos. La Justicia intenta determinar quiénes conocieron o participaron de la red. Eso ha puesto en aprietos a amigos del millonario como Bill Clinton o Donald Trump, y tiene contra las cuerdas al príncipe Andrés de Inglaterra, hijo de la reina Isabel.
Una serie documental de Netflix titulada ‘Asquerosamente rico’, recopila las declaraciones de muchas de sus víctimas que cuentan en detalle cómo Epstein las reclutó, abusó de ellas y las manipuló para que se quedaran calladas. Sus relatos crudos y las acusaciones en primera persona contra algunos poderosos han generado revuelo; sobre todo porque en el documental hablan los policías que lo investigaron, los amigos que le ayudaron a surgir en el mundo de las finanzas y algunos de sus exempleados.
Allí queda claro que Epstein, a punta de carisma, narcisismo y una personalidad manipuladora, logró convertirse en millonario luego de ser un joven de clase media baja que no pudo terminar sus estudios de Física. Según quienes lo conocieron, era brillante, pero tramposo. Su exsocio Steven Hoffenberg, quien lo llevó a su firma, incluso acepta en el documental que lo contrató porque tenía una “moral cuestionable”: “Teníamos montado un esquema Ponzi (pirámide) de inversiones fraudulentas, y él era perfecto para eso. Hizo todo su dinero manipulando el precio de las acciones y robándoles a los clientes”.
Una vez en la cima y rodeado de poderosos, comenzó a dar rienda suelta a su afición por las menores de edad. Virginia Giuffre, una de sus primeras víctimas, cuenta que en 1999, cuando tenía 16 años y trabajaba de asistente en el spa de Mar-a-Lago, el condominio de Donald Trump, conoció a Ghislaine Maxwell, la novia de Epstein: “Era hermosa, educada y agradable. Me dijo que conocía a un hombre millonario que buscaba una masajista a domicilio y me pidió que fuera a verlo esa tarde para hacerle un masaje de prueba”. Una vez en la mansión del magnate, sin embargo, el trabajo pronto se convirtió en algo diferente: “Él se volteó y me pidió que me quitara la ropa, y Ghislaine, que estaba ahí y estuvo todo el tiempo, comenzó a tocarme mientras él se masturbaba”.
La experiencia fue traumática, pero ella aceptó volver: le pagaban bien y le prometieron que financiarían sus estudios. Además no tenía a nadie más en su vida, ya que la habían violado cuando niña, se había escapado de su casa y había tenido que dormir muchas veces en la calle. “Veía esa opción como la única oportunidad. Era la víctima perfecta para ellos”, recuerda.
En general aplicaban el mismo modus operandi: Maxwell le buscaba a Epstein mujeres menores de edad, con experiencias previas de abuso, problemas de dinero o líos familiares. Les decía que necesitaba que le hicieran un masaje a un hombre millonario y que solo por eso les pagaría 200 dólares. Pero cuando llegaban allá, él se tocaba enfrente de ellas, las manoseaba y algunas veces las violaba.
Giuffre dice ante las cámaras que el príncipe Andrés de Inglaterra se acostó con ella varias veces, sabiendo que era menor de edad. Un exempleado de Epstein dice que lo vio manoseándola en una piscina.
Cuando las mujeres le gustaban mucho pagaba sus estudios, les conseguía apartamento y financiaba a sus familias. Ellas terminaban convencidas de que toda su vida dependía de él y accedían a los abusos. Su red, además, funcionaba como una pirámide: a las niñas les pagaba más si llevaban a otras amigas. Así terminaron en sus garras cientos de mujeres menores de edad como Shawna Rivera, Michelle Licata o Courtney Wild.
A algunas de ellas las llevaba a fiestas en su mansión de Nueva York o a su isla privada en Islas Vírgenes, a donde invitaba a sus amigos poderosos. Steve Scully, un exempleado de Epstein encargado de manejar las telecomunicaciones en la isla, dice en el documental que allá vio a Bill Clinton, aunque el expresidente ha declarado que nunca visitó el lugar.
Giuffre va más allá: dice ante las cámaras que el abogado Alan Dershowitz y el príncipe Andrés de Inglaterra se acostaron con ella varias veces, a sabiendas de que era menor de edad. Incluso, cuenta que el príncipe bromeó con el hecho de que ella tuviera 17, “unos años más que mis hijas”. Andrés lo niega todo y dice que no recuerda a la acusadora, a pesar de que hay una foto que los muestra juntos. Hasta ahora, el palacio de Buckingham lo ha defendido, aunque lo obligaron a renunciar a sus títulos y a retirarse de la vida pública. En el documental, sin embargo, un testimonio nuevo podría afectarlo aún más: Scully dice que vio al príncipe manoseando a Giuffre, desnuda, en una piscina.
El documental también muestra la ardua lucha judicial de las víctimas, sus abogados, los policías de Palm Beach y algunos miembros del FBI por llevar a Epstein a la cárcel. Comenzaron a perseguirlo en 2005, cuando la madre de una de sus víctimas lo denunció a la Policía. Pero él logró evadir las investigaciones gracias a sus contactos y a maniobras agresivas, como vigilar las casas de las niñas que lo acusaban o amenazar a los periodistas y detectives que lo investigaban.
El millonario apareció muerto en su celda y las autoridades lo consideraron un suicidio. Aunque algunos aún creen que alguien pudo haberlo asesinado.
En 2006 lograron acusarlo formalmente y tenían las pruebas para mandarlo a la cárcel por muchos años. Pero el fiscal general de ese momento llegó a un polémico acuerdo secreto con los abogados del multimillonario para que pasara solo 18 meses en prisión, con muchos beneficios, a cambio de que aceptara un pequeño cargo por solicitud de prostitución.
Y finalmente el año pasado habían logrado armar un nuevo caso en Nueva York e incluso habían capturado a Epstein con pruebas definitivas, como una serie de fotos y videos de las niñas abusadas, que encontraron en su casa. Entonces el millonario apareció muerto en su celda y las autoridades lo consideraron un suicidio. Algunos, sin embargo, aún creen que alguien pudo haberlo asesinado por orden de uno o varios de los poderosos a los que podía incriminar.
Las víctimas se quedaron con las ganas de verlo pasar el resto de su vida en la cárcel. Pero ahora solo esperan que sus cómplices, que todavía están por ahí libres, paguen por lo que hicieron.
Con información de Semana