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Alex Saab, de preso en Estados Unidos por blanqueo de dinero a nuevo ministro de Maduro

En el surrealismo trágico revolucionario casi todo es posible. El magnate colombiano Alex Saab ha pasado en apenas 10 meses de estar encarcelado en una prisión de Florida (EEUU) a ser nombrado flamante ministro para la Industria y la Producción Nacional en el Gobierno de Nicolás Maduro. Quien se lo iba a decir al modesto comerciante que regalaba llaveros baratos a sus clientes mientras se secaba el sudor en la caribeña Barranquilla.

De la mano de la senadora izquierdista Piedad Córdoba, pieza clave para el chavismo en Colombia, Saab entró por la puerta de atrás en la corte chavista en la década pasada. Y lo hizo con tanta pericia y con tan pocos escrúpulos que en una docena de años multiplicó su fortuna por miles de millones de dólares, de forma tan exagerada que la propia fiscalía venezolana le investigó hasta considerar que se trataba del testaferro del “presidente pueblo”.

“Estoy seguro que con su gran capacidad gerencial y compromiso con nuestro pueblo impulsará el desarrollo de todo el sistema industrial de Venezuela en el marco del proceso de construcción del nuevo modelo económico”, declaró con entusiasmo el propio Maduro.

“Agradezco su confianza al designarme, bajo su liderazgo y visión, junto al pueblo, impulsaremos el sistema industrial. ¡Seguimos venciendo!”, respondió Saab, estrella emergente del chavismo pese a ser un nacionalizado a conveniencia durante la lucha que dio la revolución por su liberación, tras caer preso en Cabo Verde en una trampa tendida por el FBI. Su principal abogado defensor en la epopeya africana, antes de su deportación a EEUU, fue el ex juez español Baltasar Garzón.

No hay duda de que Saab guarda en su autobiografía una larga lista de victorias, que comenzaron cuando consiguió contratas millonarias de viviendas que nunca levantó y cuando, en pleno desabastecimiento, inundó de comida de muy baja calidad los hogares venezolanos. El magnate barranquillero no dudó en comprar en México y Turquía comida en malas condiciones, que después se repartió sin contemplaciones, incluso una especie de sucedáneo que se hacía pasar por leche.

Con información de El Mundo

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