La sorprendente estrategia de las ranas: Fingen estar muertas para evitar aparearse con machos indeseados
Un novedoso estudio científico revela la destreza extraordinaria de las ranas hembras al adoptar medidas extremas para evadir la atención no deseada de los machos. En el fascinante proceso de reproducción de la rana común europea, donde múltiples machos compiten por conquistar a una hembra, se han observado astutas estrategias por parte de las hembras, como simular su propia muerte, para eludir los avances indeseados de sus pretendientes. Los reveladores hallazgos de esta investigación han sido publicados en las prestigiosas páginas de la revista científica Royal Society Open Science.
Desde los dominios del venerado Museo de Historia Natural de Berlín, la eminente doctora Carolin Dittrich, destacada figura en este estudio y autora principal del mismo, comparte su asombroso descubrimiento. Con convicción, enfatiza que hasta ahora se sostenía erróneamente la creencia de que las hembras carecían de la capacidad para elegir o defenderse ante la coerción masculina en estas complejas agregaciones reproductivas. Sin embargo, las revelaciones de su minuciosa investigación han desafiado dicha noción preconcebida, revelando un inesperado y fascinante panorama. “Las hembras en estos densos encuentros reproductivos no son meros testigos pasivos, como se pensaba anteriormente”, afirma con notable énfasis Dittrich.
En un principio, los esfuerzos de Dittrich se centraban en explorar si las ranas macho poseían alguna preferencia en relación al tamaño corporal de las hembras. Para ello, diseñó un cautivador experimento en el que introdujo una rana macho en una caja junto a dos hembras, una de mayor envergadura y otra de menor tamaño. Sin embargo, mientras observaba atentamente el devenir de estos cautivos anfibios, un evento inusual capturó su atención y avivó su curiosidad científica. Para su sorpresa, fue testigo de un macho empeñado en copular con una de las hembras, que permanecía rígida e inmóvil, como si la vida hubiera abandonado su frágil cuerpo. En un primer instante, la hipótesis de Dittrich apuntaba a un fatídico desenlace, creyendo que la hembra yacía sin vida. No obstante, cuando el macho perdió interés y dirigió su atención a la otra hembra en una persecución ardiente, la rana que se había mostrado inerte repentinamente cobró vida, dejando al descubierto su ingeniosa artimaña.
Las investigaciones de Dittrich revelaron que aproximadamente una tercera parte de las hembras empleaban la táctica de la “inmovilidad tónica”, fingiendo su propia muerte en el preciso instante en que eran asediadas por un afanoso macho. Este recurso, conocido también en otras especies animales como conejos, tiburones y zarigüeyas, generalmente se utiliza como artimaña para evitar ser devorados por temibles depredadores. Aunque aún queda por dilucidar si esta estrategia es producto de una decisión consciente o una reacción instintiva ante el estrés que enfrentan en tales encuentros pasionales, este intrigante comportamiento demuestra sin lugar a dudas la asombrosa capacidad de adaptación y defensa de las ranas hembras frente a la coerción masculina en el marco de los procesos reproductivos.