El caos de bajones y apagones se desencadenó por la caída de una línea de 765 Kv en Guayana
El miércoles pasado, los hogares venezolanos fueron arrastrados por un torbellino de megafluctuaciones eléctricas, dejando a su paso una estela de estragos. Los electrodomésticos, víctimas indefensas de los constantes bajones y apagones, sufrieron las consecuencias de un sistema energético tambaleante sumido en el caos. El respetado diario El Tigrense informó sobre una presunta caída en una de las tres majestuosas líneas de 765 Kv que se erigen como pilares de las centrales hidroeléctricas de Guayana, auténticos colosos que proveen vitalidad a la nación entera. Este incidente, cual piedra que desencadena una avalancha, parece haber sido el detonante de la crisis eléctrica que nos abruma en la actualidad.
Aunque no hay confirmación oficial, en susurros cautelosos, los trabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) revelan que aún no han logrado descubrir el origen del problema en los 165 kilómetros que abarca esa línea. Con preocupación reflejada en sus rostros, advierten sobre las consecuencias devastadoras que esta “caída” acarrea para el sistema troncal de transporte de energía, privando al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de aproximadamente 2 mil megavatios, como detalló el mencionado periódico.
Las interrupciones en el suministro de luz se propagaron en diversas regiones del país, desde los confines de Bolívar hasta los horizontes de Zulia, pasando por Falcón, Carabobo, Distrito Capital, Miranda, Aragua, Mérida, Táchira, Trujillo, Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta, Lara, Yaracuy y más allá. Los usuarios de la red social X se convirtieron en testigos virtuales de este sombrío panorama, compartiendo sus experiencias y expresando su frustración ante la inquietud que rodea al suministro eléctrico en nuestra tierra.
En la majestuosa capital, Caracas, el impacto de la problemática energética se hizo evidente en lo más profundo de la ciudad cuando el servicio de ferrocarril del Tuy y el emblemático Metro de Caracas anunciaron, con voz entrecortada, la suspensión de sus actividades comerciales. Estos dos medios de transporte terrestre, fundamentales para la movilidad en la urbe, quedaron paralizados por las fallas eléctricas que asediaban cada rincón, dejando a los ciudadanos varados en un mar de incertidumbre y desasosiego.
La electricidad, fuente de vitalidad que impulsa el desarrollo y el bienestar de una nación, se ha convertido en un desafío constante en la vida diaria de los venezolanos. Con cada fluctuación, cada apagón, se desvanecen momentos de confort y tranquilidad, dejando a su paso la angustia de lo impredecible. Mientras tanto, los ojos de una nación esperan ansiosos respuestas y soluciones que restauren la luz en sus hogares y la esperanza en sus corazones.