Cuarentena pone en jaque el bolsillo de los trabajadores
«Me ha tocado volver salir a cargar pasajeros, ‘ruleta’ como dice uno. Cosa que no hacía desde hace un año por el problema de la inseguridad y que compensaba con mi trabajo de transporte privado, pero con la cuarentena las empresas están paradas y la línea es el poquito trabajo que me queda», dijo Heriberto Hernández, transportista que al igual que muchos otros venezolanos vive del día a día. Para personas como él solo consiguen dinero trabajando en la calle, quedarse en casa no es viable.
Actualmente Heriberto solo tiene un cupo semanal en la línea para la que trabaja y puede hacer un máximo de tres viajes, por la falta de usuarios.
Saida Amaro es un vendedora de café en Cabudare que tiene una cantina en el estadio. Asegura que ha comprado suficiente comida para quedarse en casa por tres semanas con su esposo, pero si la cuarentena no termina después de este tiempo tendrá que salir a trabajar nuevamente.
«Lo último que uno quiere es enfermarse o contagiar a los niños, que tengo dos. Pero si toca, toca. Tomando todas las medidas de precaución, por supuesto», expresó.
Trabajar desde casa
Moisés Castellanos es profesor de idiomas. Contó que antes de la pandemia tenía siempre a sus estudiantes, pero ahora con la «encerrona» ha perdido la posibilidad de trasladarse al aula de clases.
A él le afecta la incertidumbre de no saber cuándo retomar su vida laboral cotidiana. Llegó a pensar en dar las clases por internet, pero el servicio de internet en Venezuela lo limita por ser muy lento e inconstante.
Castellanos puede mantenerse un mes sin percibir ingresos, pero no está contando con eso. Desde ahora está buscando proyectos «Freelance» para los cuales aplicar y ganar algo de dinero y mantener a sus familiares.
Proyectos frutrados
Vladimir Carrasco es abogado y profesor universitario. Sostiene que lo más difícil para él es sufrir la descapitalización de los ahorros que irían dirigidos a otros proyectos.
«La comida y la salud son lo primero, he ordenado a domicilio el mercado y contribuyo a la casa de mis papás y mis abuelos. Pero hemos gastado mucho más que en condiciones normales porque siempre está la duda de si la situación puede tornar a peor o si se llega a un escenario de caos social», explicaba.
Vladimir dice que sus servicios como abogado están parados por la cuarentena. Sin embargo, la academia le permite sostener un poco sin dejar de sentirse afectado por la crisis.
Con información de El Nacional