Régimen prefiere invertir en populismo que en vacunas
El régimen de Nicolás Maduro prefiere gastar recursos económicos en políticas de populismo para mantenerse en el poder, que invertir en la adquisición de vacunas contra el Covid-19 para la población.
La deuda con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) tuvo sus consecuencias, y Venezuela perdió la oportunidad de tener vacunas contra la COVID-19 a precios asequibles.
Expertos no entienden cómo mantiene una morosidad desde 2017 por $11 millones al Fondo Rotatorio de Vacunas, cuando si hubo $60 millones para adquirir máquinas electorales en diciembre de 2020. Advierten que el Estado no tiene la capacidad de producirla, pues no hay ni la certeza del diagnóstico inicial, ante las limitantes con las pruebas PCR.
Esto ha causado indignación por tratarse de un país tan vulnerable y ni siquiera fue incluido entre los 10 priorizados para este beneficio. Especialistas critican fuertemente cómo se prefiere gastar dinero en constantes bonos a través del carnet de la patria, compra de armamento y máquinas electorales, sabiendo las necesidades en el sector salud durante esta emergencia de pandemia. Una realidad que empieza desde cada centro de salud por la falta de insumos, una desmoronada infraestructura y el personal sanitario expuesto sin la dotación de las medidas de bioseguridad.
La critica es contundente en la voz de María Teresa Pérez, ex directora regional de Salud, cuando reprocha que «se gasta un dineral en armas y ni siquiera estamos en guerra. Pero se sigue descuidando la estructura de salud, con un Estado que ni siquiera tiene capacidad de respuesta en esta crisis por coronavirus. No le interesa la salud a este gobierno».
Ese desinterés se traduce en la morosidad ante la instancia internacional y es considerado como «la falta de prioridad para el sector salud y que sea más conveniente gastar en máquinas para los comicios parlamentarios», critica Edgar Capriles, experto en economía de la Salud. Lo relaciona a la cifra 5 veces superior por la adquisición de 29.662 máquinas de votación nuevas y que según Leonardo Morales, vicepresidente del CNE, cada una costó aproximadamente 2.000 dólares. Total que ronda en 60 millones de dólares.
Señala que no se entiende cómo aún existe esa deuda. «¡Ese monto es nada, comparado con otros gastos!», denuncia Capriles en tono fuerte de lo que considera como una falta de disposición. «Invierten en lo que los mantenga en el poder», refiere del interés del gobierno en las máquinas electorales.
También critica que la OPS debería estudiar a más profundidad y no equivocarse, porque la economía de los venezolanos se aproxima a la del país más golpeado, Haití. Todo con una caída brutal del 95% del ingreso, por una coyuntura país que traía el descenso económico y se acentuó con la pandemia, a partir del desempleo, bajos sueldos y con venezolanos forzados a rebuscarse con entradas extras de la economía informal.
Con información de Alberto News