104 años después, recordamos el fallecimiento del beato José Gregorio Hernández
El 29 de junio de 1919, durante una misión humanitaria para llevar medicamentos a un paciente necesitado, el doctor José Gregorio Hernández fue impactado por un automóvil en la zona de La Pastora. Como resultado del accidente, cayó al suelo y golpeó su cabeza contra el borde de la acera, lo que le causó una fractura en el cráneo. Posteriormente, fue recogido y trasladado al Hospital Vargas.
En ese momento, en el centro médico, no había ningún facultativo presente para atenderlo, por lo que se contactó a Luis Razetti para que asistiera al paciente. Al llegar al hospital, se encontraron con el capellán Tomás García Pompa, quien informó que Hernández había fallecido a la edad de 54 años.
Razetti procedió a firmar el acta de defunción, la cual señalaba que, además de la fractura en la base del cráneo, Hernández había sufrido una pequeña herida en la sien derecha y un hematoma en la misma zona.
Hernández fue conocido en vida por su bondad y dedicación ferviente para aliviar el sufrimiento humano. Por esta razón, se le conoció como el “Médico de los Pobres”. Hijo de Benigno Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Monsilla, realizó sus estudios primarios en Trujillo hasta los 13 años, edad en la que se trasladó a Caracas.
Fue un estudiante y médico sobresaliente, graduándose de bachiller en Filosofía en 1884. Ingresó a la Universidad Central, donde obtuvo su título de Médico el 28 de junio de 1888. Posteriormente, realizó estudios de posgrado en Europa y regresó al país, donde hizo importantes contribuciones al ejercicio y la enseñanza de la Medicina.
Después de muchos años de discusión para reconocer milagros que pudieran elevarlo a la santidad, el papa Francisco reconoció un milagro atribuido a Hernández en 2021, otorgándole la condición de beato. La ceremonia de beatificación se realizó el viernes 30 de abril de 2021, en la que se enarbolaron ciento sesenta reliquias con pequeños fragmentos de la osamenta del beato en santuarios y parroquias.
La fama de santidad del futuro santo ha trascendido las fronteras, especialmente para solicitar su intervención milagrosa en los momentos de enfermedad y peligro de muerte.