El taxi-dron despega en Jerusalén para enfrentar la congestión vehicular en Israel
En Jerusalén, la ciudad milenaria que evoca historia y tradición, se despliega un experimento vanguardista que se alza como un audaz intento de las autoridades locales por abordar uno de los desafíos más apremiantes de las metrópolis modernas: la congestión vehicular. En este inigualable escenario, emerge con ímpetu el “taxi-dron”, una innovadora y trascendental iniciativa que se erige como pieza clave en un proyecto en pleno desarrollo, cuyo propósito es establecer una red de drones capaces de mitigar el tráfico en la capital israelí.
Detrás de esta apasionante empresa se encuentra Cando, liderada por la visionaria Yoeli Or, una mujer de temple y visión, quien ocupa el cargo de fundadora y directora ejecutiva. Or, con mirada inquisitiva y espíritu emprendedor, resalta las cualidades sobresalientes de este dron revolucionario: una maravilla de la ingeniería con la capacidad de transportar hasta 250 kg y surcar los cielos en distancias que rondan los 30 km. Un auténtico prodigio que despliega su potencial en el ámbito de la movilidad aérea, ofreciendo una alternativa prometedora tanto para la entrega de mercancías como para el transporte de personas.
Sin embargo, trascender el desafío de monetizar el potencial de la movilidad aérea sigue siendo un reto para empresas de todo el mundo, ya sea en el terreno de la logística de carga o en el transporte de pasajeros. Aunque compañías como Lilium en Alemania o Joby en Estados Unidos se han sumergido en el desarrollo de taxis voladores, ninguna ha logrado aún obtener la ansiada certificación que les permita operar comercialmente y materializar sus ambiciosos proyectos.
Las dificultades no se limitan únicamente a la seguridad y la regulación del tráfico aéreo, sino que también abarcan el cumplimiento de los plazos establecidos para el lanzamiento comercial de estos vehículos aéreos. Los fabricantes de taxis voladores se enfrentan a desafíos mayúsculos, que ponen a prueba su capacidad de concretar sus ideas en tiempo y forma. Este complejo panorama da lugar a una coyuntura adicional, en la cual la confianza de los usuarios y los inversionistas se ve sometida a severas pruebas, dado que numerosos proyectos han visto retrasada su fecha de lanzamiento mientras luchan por hacer realidad sus visiones.
De acuerdo con los datos proporcionados por McKinsey, la financiación destinada a proyectos de vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL, por sus siglas en inglés) ha experimentado una significativa disminución. Durante el primer semestre de 2022, la inversión totalizó alrededor de 1.200 millones de dólares, cifra que ha sido reducida a 710 millones de dólares (equivalentes a 665 millones de euros) en el mismo período de este año. Estos números reflejan los desafíos y la incertidumbre que envuelven a la industria en su incansable búsqueda de lograr la viabilidad comercial de los taxis voladores.
El experimento del “taxi-dron” en Jerusalén marca un hito en la búsqueda de soluciones innovadoras para enfrentar la congestión vehicular. No obstante, la industria de la movilidad aérea se enfrenta a obstáculos complejos, que abarcan desde la monetización de sus propuestas hasta la superación de los desafíos regulatorios y de confianza. A pesar de ello, el potencial de los taxis voladores perdura como un horizonte atractivo y prometedor para el futuro de la movilidad urbana.